Nos habita un tigre.
Cambiante, nos arrastra por la selva
y puede abandonarse
al amor salvaje y destructivo
o recrearse en la ira persiguiendo los instantes.
Tengo miedo al azar del tigre,
a la fuerza con que por dentro me devora,
fugaz e inexcusable.
Sabe de mí tanto como se reafirma
cuando noto su grito ronco,
llamando vespertino
a todo lo que tiene la vida de misterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario